El guardia de seguridad de esta tienda le dice a Blair Williams que puede llorar y gritar desconsolada todo lo que quiera, pero que no hay manera de que pueda evitar que la folle a fondo. La próxima vez posiblemente se lo pensará dos veces si intentar robar en su tienda. El tío la obliga a comer polla al principio, sometiéndola arrodillada y después la folla apoyada en la mesa mientras la chica da gritos y llora porque está claro que no le gusta cómo la está penetrando. Pero el hombre no tiene ninguna intención de parar hasta que haya soltado la leche.