Aunque a muchas masajistas de hoteles de Tailandia no les gusta hacerlo, cuando un cliente occidental las manosea y se sobrepasa con ellas la mayoría dejan que hagan lo que quieran. Lo hacen porque después al final siempre les dan una muy buena propina. Esta masajista al principio no quiere que le toque las tetas y el culo, pero poco a poco le va dejando. Cuando ya le ha metido los dedos en el coño consigue que la zorra se corra y la manda tumbarse en la cama para follársela, algo que hace en cuestión de minutos porque no tarda en correrse. Para terminar le dice que eche una meada dentro de la papelera de la habitación.