Seguramente el guardia de seguridad de esta tienda esté dándole gracias a todos los dioses por haber tenido la suerte que ha tenido. Porque resulta que una jovencita pequeñita y asiática, una de esas que hacen que la polla se te ponga durísima nada más mirarles a la cara, ha robado en su tienda. Se la lleva al despacho y ahí le hace la típica propuesta que ninguna guarra en su lugar puede resistir aceptar. Lo primero que hace es meterle la polla dentro de su joven boquita y luego la pone apoyada contra la mesa para penetrarla durante un buen rato hasta que ya no aguanta más y tiene que correrse.