Su hija ha robado en una tienda y el guardia de seguridad no quiere dejarla libre por mucho que su madre le ruegue que lo haga. En lugar de ello le ha dicho que tiene que enseñarle una lección y que se la va a follar ahí mismo en su despacho mientras su propia madre se queda mirando cómo le mete la polla. La madura se resigna y sabiendo que no puede hacer nada para ayudar a su hija simplemente se queda viendo cómo la joven chupa polla y recibe rabo en su coñito entre gemidos de dolor, placer y humillación, todo al mismo tiempo.